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Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

Español
628008294
Descripción: 

La Iglesia Parroquial de Santa María del Páramo se encuentra situada en la plaza Mayor de la localidad.
La Casa Parroquial y el despacho están en la Plaza de La Fuente, s/n.

SACERDOTES
Don Segismundo Fernández Rodríguez 

Información de Actividades Parroquiales
- Horario de Misas: Domingos y festivos: 11 y 13 h.
Diarios: Invierno, 19,30 h; Verano, 20:30 h.
- Confesiones:  Media hora antes de cada Misa.

Haciendo Historia:
Haciendo Historia de la Parroquia (I). (15/06/2012)

 

TEMPLO PARROQUIAL

La Iglesia Parroquial de Santa María del Páramo está dedicada a la Asunción de la Virgen María, aunque su imagen patronal es una talla románica, del siglo XIII, que se la venera como la VIRGEN DE LA GUIA. Ella es el centro de la devoción popular y la que motiva las principales fiestas de la localidad, el ocho de Septiembre. Su imagen es la que preside el retablo mayor de la Iglesia, y su devoción la que también ha ido, a lo largo de los siglos, motivando y estimulando, la construcción del templo y las diversas reformas y mejoras.

De la población, y por tanto de la Parroquia, como Comunidad de fieles, o por lo menos poseedora de un templo parroquial y de unos servicios religiosos, no se encuentra documentación hasta el siglo XII. Es de suponer que ya antes hubiera moradores por estas tierras, si bien son otros nombres, los de otros pueblos, los que principalmente aparecen en algunos documentos.
A partir del siglo XIII, se empieza a nombrar el lugar de Santa María del Páramo, y sobre todo corrobora su existencia el hecho de algunas imágenes y pinturas de la época que se conservan en la Iglesia actual. No está claro si el núcleo urbano más antiguo se encontraba en el actual emplazamiento, o en la zona cercana, llamada de San Miguel. Es tradición popular que allí se inició la población, si bien no hay documentación fiable al respecto.

Los libros parroquiales más antiguos datan de 1630 (libros de Bautismos, Matrimonios y Defunciones) lo que hace suponer la existencia de una iglesia, o templo, con sus imágenes y sus costumbres cívicas y propiamente religiosas.

En cuanto al templo actual, es una construcción de piedra y ladrillo, completando los muros no maestros con tapial. Así puede apreciarse claramente desde que se hizo la última restauración de las fachadas, con la consiguiente iluminación ornamental de las mismas.
El edificio es en forma de cruz latina, con la particularidad de un llamativo torcimiento en la unión de la nave central y el crucero; lo que hace pensar que se hizo, e incluso se planeó, en diversas épocas, y quizá los constructores de la época no eran muy entendidos en técnicas constructivas. También cabe pensar en alguna razón de tipo arquitectónico que desconocemos ahora, o por razones cabalísticas, mítico-religiosas, que también desconocemos. El hecho es que llama poderosamente la atención al observador curioso y detallista.
Los libros parroquiales reflejan que el cuerpo central de la iglesia actual y la sacristía se hicieron entre el 1822 y el 1824 (si bien en el año 1823 no se trabajó en la obra). La bóveda del templo se realiza por devoción de Santiago Casado en 1814 ?. Y el embovedado del resto de la nave central se concluye en 1831.
Es de suponer que ya existía un primer edificio, al menos en la conjunción de la cruz, como lo demuestra la antigüedad de algunos retablos y la leyenda que aparece en algunos, que datan de 1722 y 1723, años en que se realizó el dorado de los mismos.
La nave central dispone de dos puertas laterales, como era preceptivo en estos edificios religiosos de cierta entidad arquitectónica y popular. Uno de ellos permanece como entrada principal a la iglesia, aunque ahora habitualmente se utiliza la abierta en la parte trasera, cuando se hizo la última reforma. La otra puerta lateral quedó oculta cuando se construyó una sacristía-trastera en ese lado, y aún puede verse el arco de piedra que la adornaba y reforzaba.
Más tarde –no hay datos del momento- se amplían los arcos laterales que completan la entrada principal, dándole más grandiosidad y elegancia al templo, y también a la torre, que, soberbia y esbelta, de forma cuadrangular, rematada en una fina aguja, dominaba sobre toda la vega del Páramo. Entre los años 1937-39 se hicieron algunas reparaciones que la reforzaron y engrandecieron. No obstante hubo que derribarla en el año 1972 pues peligraba su mantenimiento, por la debilidad de la cimentación, afectada quizá por la rica y exuberante humedad que los regadíos trajeron al Páramo. El año 1973 se construyó la torre actual, no sin la correspondiente polémica popular por su derribo, que no fue del agrado y consentimiento de todos, y que forma, como en tantas ocasiones y lugares, un capítulo peculiar y anecdótico de las aldeas rurales.
El actual edificio de la torre sigue las líneas arquitectónicas del anterior, aunque sin duda le gana en solidez, belleza y prestancia, por los materiales –fundamentalmente ladrillo visto y bordes de piedra labrada- por su altura, y por sus líneas arquitectónicas.
También se ha restaurado recientemente –con la ayuda del Ayuntamiento- los tejados, arcos, zócalos y todas las fachadas, por lo que la iglesia muestra toda su belleza y grandiosidad arquitectónica, propia de una villa, Santa María del Páramo, que se caracteriza por ser la capital y el centro económico, comercial, social y cultural de la comarca del Páramo.
El interior de la Iglesia atesora una rica decoración de retablos, imágenes y pinturas, que hablan de una larga tradición cultural y religiosa del pueblo, y que sigue estimulando a conservar, potenciar y celebrar con gozo y agradecimiento la práctica religiosa y la convivencia ciudadana. Hay cinco buenos retablos, y muchas y variadas imágenes y pinturas, dignas de una gran iglesia, y que merecen una visita, además de la participación piadosa en las celebraciones litúrgicas, que es cuando los retablos relucen y adquieren la mayor dignidad y belleza.

Retablo principal, o retablo mayor: Así llamado por ser el más grande, y el que ocupa la parte principal y central de la iglesia, y por tanto es el que centra y aúna las miradas y los corazones hacia lo principal de la iglesia: el Altar, el Sagrario y la patrona, la Virgen de la Guía. Es más, todo parece estar  orientado a realzar esa presencia eucarística, amparada por la Virgen desde su trono regio en el centro del retablo, que ciertamente es una joya del barroco con influencias de Ribera y Churriguera.

Destaca en el centro la imagen de la Virgen de la Guía, románica, del siglo XIII, que preside el retablo, encima del Sagrario, y bajo el Calvario, que es una buena talla de Cristo crucificado, y a los lados pinturas de la Virgen y San Juan. En las otras calles, y entre rica y abundante decoración, varias imágenes: Cristo el Salvador y San Miguel Arcángel, en la parte superior, y Santa Bárbara y Santa Catalina más abajo. También se encuentran seis lienzos: 4 que representan diversas escenas de la vida de la Virgen; y las otras a San Nicolás y el éxtasis de San Francisco.

En el sotabanco, o parte inferior del retablo, que hace de zócalo, destacan cuatro tablas, del siglo XIV, pintadas en el mejor estilo gótico. En ellas se representan, por el lado izquierdo a San Juan Bautista con el símbolo del Cordero, en la otra a San Pedro y a San Bartolomé con los símbolos de las llaves y la sierra respectivamente formando un par. Por el lado derecho: San Juan Evangelista con el águila que emerge del cáliz eucarístico, con Santo Tomas, Apostol; y por último San Andrés y la cruz en aspa para representar su martirio.

El retablo concluye en un frontón curvo con cabezas de ángeles en los arbotantes y hojarasca en los aletones. En él campea otra gran tarjeta, en la que sobresale un escudo con el anagrama mariano; y por fin, y como remate final, una corona sostenida por dos ángeles tonantes, lógicamente muy acorde con el carácter mariano de todo el retablo.

Retablo de la Piedad: Este retablo, al lado izquierdo, de estilo barroco, más popular y con abundante decoración,  está dedicado a la Virgen que lo preside, una magnífica talla del siglo XVIII de la Piedad: María con Cristo muerto en sus brazos. Otras imágenes: Santa Marta, San Antonio de Pádua, a cada lado, y en la parte superior un soberbia talla de San Pedro, con los atributos propios de su pontificado.

Retablo de San José: Es el que se encuentra a la derecha, también mirando a los fieles. Corresponde al siglo XVIII, por tanto de estilo barroco. Además de la imagen central, San José, a los lados San Antón Abad, y una Virgen del Rosario. En el remate triangular de la parte superior la imagen de San Cayetano. Sin duda imágenes representativas de la devoción popular en los siglos pasados, y también ahora. Y en esa línea se entiende que en este retablo encontremos otras imágenes, valiosas esculturas, que sin formar parte del retablo, están colocadas sobre el entablamento de la parte superior: Santo Tirso y San Roque. Algunas de estas tallas fueron esculpidas, entre los años 1877 y 1878, por el escultor Antonio Sastre, natural y vecino de Villares de Orbigo.

Retablo del Santo Cristo: Es un pequeño, pero muy bello retablo, clasificado por los especialistas como pasionario, pues consiste en una ornacina, adornada con abundantes símbolos de la Pasión y Muerte de Cristo, para encuadrar a Cristo crucificado, imagen gótica, del siglo XIV, que refleja una expresividad tan destacada, que invita necesariamente a la piedad, a la caridad y el acompañamiento. Ella atrae fuertemente la atención de los fieles que la acompañan cuando se procesiona en la Semana Santa. En la parte posterior, o remate cimero, una imagen de San Blas de factura muy popular.
Retablo del Carmen: Es un pequeño retablo para encuadrar y resaltar esta advocación mariana, la Virgen del Carmen, también muy popular en el pueblo cristiano. La imagen está flanqueada por cuatro columnas de estilo dórico que resaltan aún más la bella imagen del Carmen. El ático se eleva con una hornacina plana y rectangular, con dos pequeñas columnas de filetes paralelos y capitel jónico. Remata el frontón recto sobre entablamiento de triglifos. A los lados, aletones de espiral y dos puntiagudas pirámides. En el centro se encuentra una imagen de bulto, representando a Santa Lucia, del escultor Antonio Sastre, de pobre factura, pero muy expresiva en su cara y sobre todo en sus símbolos: la palma del martirio y en un plato los ojos, que le sacaron a su muerte.